viernes, 17 de diciembre de 2010

Angel poema


Te miro, Sombrío, Hijo de la Oscuridad

Señor sublime de mi alma acongojada

Y observo en ti, pura belleza sin maldad

El dulcísimo deseo en tu faz amada



Hombre siniestro, te vas en la madrugada

Siempre dejando encerrada en tu beldad

A mi corazón, atravesado con crueldad,

Destrozado sin remedio por tu espada.



Venido desde allende el mar, una ciudad

Que ha renegado de tu nombre, una morada

Siniestra, vacía desde la antigüedad

En una nave de coral, perlas, adornada.



A mis brazos llegaste, de doncella armada

Con lanza terrible, con escudo y lealtad

A un estandarte de sagrada, dulce verdad

Y en tu abrazo me dejé abandonada.



Ahora, Sombrío, Hijo de la Oscuridad

Señor sublime de mi alma acongojada

Te miro a ti, implorando a tu piedad

Para que cure a mi alma abandonada

(Para que sacie mi sed)

Dándome a beber de tu boca la soledad

Calmando mi deseo con dulce tenacidad

Obsequiándome tu sonrisa anhelada.



Miradme, Sombrío, Hijo de la Oscuridad,

Os lo pido…venid a mi cama desolada

Arráncadme el corazón…

Y reposad en mi almohada…

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