miércoles, 18 de febrero de 2009

Relatos Góticos

  1. Ese instante que no se olvida,Tan vacío devuelto por las sombras,Tan vacío rechazado por los relojes,Ese pobre instante adoptado por mi ternura,Desnudo desnudo de sangre de alas,Sin ojos para recordar angustias de antaño,Sin labios para recoger el zumo de las violencias perdidas en el canto de los helados campanarios.Ampáralo niña ciega de alma,Ponle tus cabellos escarchados por el fuego;Abrázalo pequeña estatua de terror.Señálale el mundo convulsionado a tus pies,A tus pies donde mueren las golondrinas Tiritantes de pavor frente al futuro.Dile que los suspiros del mar Humedecen las únicas palabrasPor las que vale vivir.Pero ese instante sudoroso de nada,Acurrucado en la cueva del destino Sin manos para decir nunca,Sin manos para regalar mariposas A los niños muertos.


  2. La Dama y el Mar.Así como Borges habitaba entre fantásticos espejos, rodeado de imposibles laberintos, o Blake entre salvajes tigres, debatiendo la posibilidad del bien en un mundo cruel, Alfonsina Storni lo hacía bajo las rugientes olas del mar, dialogando con sus amados muertos.No es casual que nuestra Dama sintiese el llamado de las tempestuosas mareas, y mucho menos, que escuchase el lamento de los fantasmas que en aquellas profundidades se agitan.Nosotros, que sólo encontramos la dicha en la contemplación de lo bello, y en ocasiones de lo macabro, hemos decidido que el primer poema de Alfonsina Storni en nuestro pequeño Espejo Gótico, no sea ajeno a este vínculo.
    Un Cementerio que mira al Mar.Alfonsina Storni.Decid, oh muertos, ¿quién os puso un díaAsí acostados junto al mar sonoro?¿Comprendía quien fuera que los muertosSe hastían ya del canto de las avesY os han puesto muy cerca de las olasPorque sintáis del mar azul, el roncoBramido que apavora?Os estáis junto al mar que no se callaMuy quietecitos, con el muerto oídoOyendo cómo crece la marea,Y aquel mar que se mueve a vuestro lado,Es la promesa no cumplida, de unaResurrección.En primavera, el viento, suavemente,Desde la barca que allá lejos pasa,Os trae risas de mujeres... TibioUn beso viene con la risa, filtraLa piedra fría, y se acurruca, sabio,En vuestra boca y os consuela un poco...Pero en noches tremendas, cuando aúllaEl viento sobre el mar y allá a lo lejosLos hombres vivos que navegan tiemblanSobre los cascos débiles, y el cieloSe vuelca sobre el mar en aluviones,Vosotros, los eternos contenidos,No podéis más, y con esfuerzo enormeLevantáis las cabezas de la tierra.Y en un lenguaje que ninguno entiendeGritáis: -Venid, olas del mar, rodando,Venid de golpe y envolvednos comoNos envolvieron, de pasión movidos,Brazos amantes. Estrujadnos, olas,Movednos de este lecho donde estamosHorizontales, viendo cómo pasanLos mundos por el cielo, noche a noche...Entrad por nuestros ojos consumidos,Buscad la lengua, la que habló, y movedla,¡Echadnos fuera del sepulcro a golpes!Y acaso el mar escuche, innumerable,Vuestro llamado, monte por la playa,¡Y os cubra al fin terriblemente hinchado!Entonces, como obreros que comprenden,Se detendrán las olas y leyendoLas lápidas inscriptas, poco a pocoLas moverán a suaves golpes, hastaQue las desplacen, lentas, -y os liberten.¡Oh, qué hondo grito el que daréis, qué enormeGrito de muerto, cuando el mar os cojaEntre sus brazos, y os arroje al senoDel grande abismo que se mueve siempre!Brazos cansados de guardar la mismaHorizontal postura; tibias largas,Calaveras sonrientes: elegantesFémures corvos, confundidos todos,Danzarán bajo el rayo de la lunaLa milagrosa danza de las aguas.Y algunas desprendidas cabelleras.Rubias acaso, como el sol que bajeCurioso a veros, islas delicadasFormarán sobre el mar y acaso atraiganA los pequeños pájaros viajeros.

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